fantasias prohibidas
Aun recuerdo aquel día, imposible olvidarlo, yo tenía recién los 18 y tenia unas enormes ganas de saber lo que se sentía, de ir a aquel lugar prohibido, y experimentar lo que hasta entonces la sociedad me había prohibido. Pero, aquella vez entendí que todo tiene un precio que hay que pagar; mi vida hasta ahora no ha vuelto a ser la de antes, mis médicos no me dan más de unos pocos años debido al SIDA que adquirí. Así que como legado os dejaré este escrito, de lo que me paso el día en que decidí “salir del closet….”
Me llamo cesar (nombre ficticio como los demás nombres que aparecerán en este relato) acababa de cumplir los 18 y ese viernes decidí ir al bar gay que se encontraba en el centro de la ciudad, eran las 19 hrs. y yo parecía un idiota dando vueltas alrededor del lugar sin decidir a entrar en el. Mis manos sudaban, sentía que mi respiración no era la misma de siempre, mi corazón latía más rápido cada vez que pasaba por la entrada y un sujeto de no mal aspecto me miraba lascivamente (o al menos eso creía), varios homosexuales de los alrededores al verme pasar me invitaban a cenar, o a tomar un trago, uno de ellos al parecer no se anduvo con tantos rodeos y me dijo que estaba muy bueno y que si quería me hacia descuento, pero yo aún inexperto solo me sonrojaba y me alejaba sin voltear atrás, nunca antes ningún homosexual me había dicho abiertamente que quería acostarse conmigo, incluso yo nunca lo hubiera permitido, pero ese día era diferente, yo lo deseaba en mi interior, quería sentir la verga caliente de un hombre dentro de mi ano, quería tener su sabor en mi boca y quería sentir su semen en mi cara. Cada vez que me masturbaba me imaginaba a un hombre fornido, tomándome en sus brazos, besándome y yo devolviéndole el favor masturbándolo, quería que me pusieran a gatas en una cama con sabanas blancas, y que me escupieran el ano, después quería que uno de sus dedos me explorara antes de penetrarme, quería que me acariciara las nalgas como a las viejas en las películas porno, quería que su lengua lamiera mi ano lentamente, ya me imaginaba sintiendo esos escalofríos, me imaginaba como lentamente me introducía su verga dura y babeando semen en mi recto y comenzaba el vaivén, mi cara restregándose en las sabanas por la fuerza de la penetración, mi boca estaría entreabierta escurriendo saliva, y de mi saldrían unos pequeños jadeos de dolor y placer, me excitaría aun más oyendo al que me penetra gimiendo de placer, disfrutando de mi interior, y en un momento me imagino llenándome de semen las entrañas mientras el da un gran suspiro y se desploma sobre mi, después el me besaría en la boca, con su lengua exploraría mi boca entera, después me diría que me ama, y por ultimo y lo que a mi me da aún más placer sentiría como me coloca el pañuelo empapado con cloroformo sobre el rostro mientras me dice: “respira mi amor, respira”, me imagino como poco a poco mis ojos se cierran y cuando los abra estaré desnudo en su baño, amordazado y él parado junto a mi masturbándose, después al verme recuperarme de la anestesia el eyacularía y me llenaría el rostro de semen. Cuando el termine, una vez más mojará delante de mi el pañuelo con el cloroformo y lentamente me lo acercará a la cara, cuando despierte estaré desnudo en la cama y el a un lado mío acariciándome, y después………
Mi corazón latía más rápido al imaginar que aquello, aquella fantasía por mi tan añorada estaba próxima a hacerse realidad. Después de dar vueltas por el bar me decidí a entrar, mi cuerpo entero temblaba, mezcla de nerviosismo y de excitación. Al entrar me di cuenta de que estaba en el paraíso, los hombres podían besarse libremente y nadie los discriminaba, incluso podían agarrarse por encima del pantalón la verga y nadie lo notaba. Estaba tan emocionado observando que no me di cuenta cuando uno de ellos me acaricio las nalgas y me pregunto si venia solo. Yo, aun nervioso no sabia que responder era mi primer encuentro con un homosexual, y el al parecer intentaba tener una charla conmigo, y quizá algo más. Tímidamente conteste,”si, vengo solo”. Su cara esbozo una sonrisa, que de inmediato me atrajo. Roberto era su nombre, era un tipo bien parecido, al menos para mi así lo era, era blanco de cabello negro y de ojos de color azul, tenia facciones algo toscas pero su voz era muy varonil, no era fornido, pero en ese momento no me importo. Roberto me invito a tomar una cerveza y yo encantado acepte, charlamos durante un buen rato, me dijo que trabajaba como anestesiólogo cosa que a mi me excito mucho, podría decir que fue amor a primera vista, le pregunte el porque de aquella profesión, a lo que el me respondió que siempre le ha gustado ver dormir a las personas y más aún si son hombres bien parecidos como yo, me ríe de lo que me decía y no le tomaba nada de importancia, era mi primer encuentro gay, era el primer hombre que al parecer yo le había gustado, y que probablemente no solo podría llevar a cabo mi fantasía con el, sino que quizá podría ser algo más, duramos charlando durante un buen rato más, después el me dijo que si quería ir al baño con el, mi corazón latía a mil, yo sabía exactamente para que quería ir conmigo, “no seas tímido, yo se que tu lo quieres”, no pude negarme cuando el me dio la mano y me llevo a los baños, nos encerramos en uno y yo tome la iniciativa, tal y como había visto en
Al volver Roberto me dijo que me había pedido otra cerveza, yo despreocupado la tome y la bebí casi de un trago, seguimos conversando y al cabo de unos minutos mi cabeza empezó a sentir una punzada, los ojos me pesaban y me dieron ganas de vomitar, Roberto me pregunto si me sentía mal, yo no pude contestarle. Entonces me tomo del brazo y me saco del lugar, a mi me costaba mucho hablar, mi cuerpo ya no reaccionaba como yo quería, Roberto me llevo a un carro aparcado cerca del bar y me metió en el asiento trasero, recuerdo que cuando entre mi cuerpo se desplomo por completo, mis fuerzas se habían ido, pero no perdía la conciencia, entonces fue cuando Roberto entro por la otra puerta y se acerco junto a mi, saco de su pantalón una enorme verga y me la metió en la boca, yo lo único que sentía era algo duro dentro de mi boca pero no sentía nada más, mi cabeza seguía con una punzada, después sentí que me escurría algo por la boca, intente con mi ultimas fuerzas voltear hacia arriba y vi a Roberto con una jeringa. Me tomo con ambas manos y me bajo el pantalón, casi inmediatamente sentí un piquete y algo que entraba dentro, no duro mucho. Roberto me tomo con sus brazos y me incorporo, sus ojos miraban fijamente a los míos, y su boca se juntaba con la mía, mis ojos de repente se cerraron y lo último que sentí fueron los labios de Roberto rozando los míos.
Lo siguiente que recuerdo fue estar en una cama boca abajo, y alguien encima de mi, mi vista era muy borrosa, mi cuerpo poco a poco fue recuperando sensibilidad y un dolor intenso se apoderaba de mi ano, sentía como si tuviera fuego en el trasero, apenas y quise moverme cuando un nuevo pinchazo se insertaba en mi nalga, y rápidamente mis fuerzas se desvanecieron y de nuevo todo se oscureció.
De nuevo mis ojos se abrían con esfuerzo, y pude darme cuenta de mi situación. Estaba atado de pies y manos en una cama, tenia cinta en la boca y al parecer estaba completamente desnudo. No recuerdo con exactitud cuanto tiempo paso de que había recobrado el conocimiento cuando una puerta se abrió y un sujeto desnudo y con un pasamontañas cubriéndole el rostro apareció parado junto a mí. Me quede helado al verlo, no sabía que era lo que estaba pasando, quien era ese sujeto y que quería, no podía ser Roberto puesto que este que estaba junto a mí, era más alto y mas fornido, tenia unos brazos enormes parecía que iba diario al gimnasio, su color de piel era morena. Yo estaba muy nervioso no sabía que me iba a hacer ese sujeto, de repente una voz proveniente de atrás del sujeto le dijo: “solo tienes 20 minutos, así que apresúrate”. Intente safarme de las ataduras pero lo único que conseguía era lastimar mis muñecas. El sujeto que estaba junto a mi, se acostó a un lado mió y con una de sus manos me comenzó a acariciar, yo luchaba y gemía pero la mordaza me había imposibilitado hacer algo, el sujeto continuo acariciándome, primero paso su mano por mis piernas, y lentamente llego a mis genitales, acaricio mis bolas y con su mano tomo mi verga y comenzó a masturbarme. Yo intentaba resistir a aquel acto, nunca me había pasado nada similar, mi mente estaba confusa, este sujeto me estaba violando y yo no podía hacer nada. A pesar de mis lagrimas, el sujeto continuo masturbándome cada vez con más fuerza, mi verga, contra mi voluntad, empezó a reaccionar ante aquella estimulación, y pronto estuvo erecta, el sujeto cada vez me la jalaba con más fuerza, parecía que me la quería arrancar, de un momento se detuvo y me miro a los ojos, después volteo hacía atrás y le dijo a una persona que no alcance a reconocer “o le das algo para que este tranquilo o no te pago”, a lo que la voz de atrás respondió “en seguida”.
Mis ojos seguían secretando lágrimas de desesperación y de miedo, pero al parecer nada de eso funciono, un sujeto con bata blanca se acerco a un lado de la cama donde me encontraba amordazado y desnudo, y de un mueble, saco un frasco, el sujeto también llevaba un pasamontañas en el rostro. Vi como tomaba un pañuelo y abría el frasco, después vertía el contenido del frasco sobre el pañuelo, volteo hacia mí y me coloco el pañuelo en la cara, obligándome a respirar aquella sustancia. Solo hicieron falta dos inhalaciones para que mi cuerpo se aflojara y mis ojos comenzaran a cerrarse. En la poca conciencia que aún me quedaba logre vislumbrar que era aquello que me obligaba a respirar, era eso también parte de mi fantasía, que ahora ya no lo era, era realidad y al parecer la realidad es más desagradable.
Cuando desperté quise mover mi cuerpo pero aún me encontraba en la misma situación de antes, tenía un fuerte dolor en mi ano, y mi boca tenia un sabor desagradable.
“ya despertaste, mi amor”. Al escuchar esa voz de inmediato la reconocí, era Roberto. Junto a mí de pie y con una bata blanca. El me miraba con una sonrisa y me decía que lo perdonará pero que lo necesitaba hacer. Quise hablar pero mi boca aun estaba sellada. “shhshhh, shhh, quédate quieto mi amor, tienes un culito muy apretadito, el mejor culo que haya probado, y ahora es solo mío, mío para siempre”. Roberto hablaba como un maniático, me daba miedo, pero nunca perdía su sonrisa en la cara.
Roberto me desato los tobillos y se subió a la cama, se quitó la bata, que era lo único que traía puesto, su verga era enorme, y ya goteaba líquido seminal. Me tomo de las piernas y las doblo hacia arriba completamente, dejándome las rodillas casi en la cara, y su verga apuntando directo a mi culo. “mmmmmmmm, mmmmmmm” movía mi cabeza de manera negativa, esperando que Roberto cambiara de opinión, me movía frenéticamente, quería despertar del sueño, quería regresar a ese momento antes de entrar en aquel bar de mierda, pero nada pasaba, un dolor inmenso me volvió a la realidad, era una estacada durísima, Roberto ya estaba dentro de mi, y cada vez se metía con más fuerza, “mmmmmmm, mmmmm”, podía sentir sus bolas chocando con mis nalgas, sus jadeos a unos centímetros de mi cara, no podía creerlo, la fantasía que yo siempre había tenido se estaba volviendo realidad pero de alguna manera no sentía placer, sentía dolor, asco, miedo, y Roberto era el único que mi cuerpo le satisfacía. El dolor era enorme que ya me encontraba en un estado de semiinconsciencia, y un chorro de líquido caliente en mis entrañas me despertaba de nuevo, el gemido de placer de Roberto, y un nuevo chorro. Justo cuando pensé que todo había terminado, Roberto, sin sacar su verga de mi recto, de nuevo comenzó un nuevo vaivén, mi esfínter al parecer ya se encontraba más dilatado y el dolor fue menos intenso, al poco tiempo otros dos disparos de semen me inundaban el culo. Era la primera vez que eyaculaban dentro de mí, y nunca pensé que sería de esa manera. Roberto saco su verga de mi ano se puso la bata y me quito la cinta de la boca, mi cuerpo no se movía en absoluto, mis piernas aunque no estaban atadas no reaccionaban, Roberto saco unas pastillas y las puso en un vaso con agua, me tomo de la nuca y me hizo beber el agua, a lo que hice sin oponer resistencia. Roberto tomo su verga que ya había perdido la erección y me la paso por las piernas, embarrándome lo que le quedaba de restos de semen, “perdóname, pero no te puedo dejar ir, pero no te preocupes soy anestesiólogo recuerdas, te mantendré dormido la mayor parte del tiempo mientras atiendes a los clientes, después te dormiré mientras te hago el amor, y también te dormiré para bañarte. Mientras el me decía esas cosas sin sentido pude notar como su verga se hacia dura y recobraba su erección, la tomo con una mano y empezó a masturbarla, “ya duérmete, así podré cogerte más rico”. Mis ojos no respondían, poco a poco, fui quedándome dormido……
Roberto me mantuvo en esa cama atado durante 2 años, el hacía negocio con traficantes para ir a tener relaciones sexuales, yo no era el único a lo que después me di cuenta, había más habitaciones donde había más hombres en mi misma situación, probé de todas las drogas para dormir, fui violado de todas las formas, no recuerdo haberme bañado durante todo ese tiempo, ya que antes de bañarme Roberto me inyectaba y me bañaba mientras estaba anestesiado, al mismo tiempo que me cogia.
Al cabo de ese tiempo, mi ano era ya inservible, no controlaba mis esfínteres, estaba muy delgado casi anoréxico, Roberto decidió que ya no le servía más y fue cuando me dio una última inyección. Desperté en un hospital hace tres semanas, me di cuenta que las fantasías no existen en la realidad. Las autoridades hoy buscan a Roberto, pero no creo que lo encuentren.